Alborotador Gomasio son uno de esos grupos indisociables de la escena pop madrileña de esta última década. Unidos a Aplasta tus Gafas de Pasta desde el principio y hermanados con otros tantos grupos, siempre han navegado contracorriente en los cauces del pop mas desolado emocionalmente, ese pop de la desesperación y la soledad. Esa tradición que se abandonó desde los última época de Secretos o Suspensos, y que se diluyó en esperpentos que nadie quiso retomar, en el largo impasse que vivió la ciudad después de la larga y lenta agonía de la movida en los años 90, a la que se unió la persecución de los gobiernos del PP a cualquier iniciativa cultural que pudiera sostener una tradición y una escena sólida en Madrid.
Alborotador Gomasio crecieron en esa resistencia frente al malestar, porque desde el comienzo fueron conscientes de que era necesaria la creación de vínculos y lazos afectivos, infraestructuras, implicación y autoorganización. De que las canciones son artefactos peligrosos o inofensivos dependiendo de lo que se haga con ellas, y que esa capacidad de ruptura solo es posible creando desde la autogestión: los fanzines, los programas de radio, el amateurismo. Gracias a esa actividad las canciones pueden tener un correlato real incendiario, y esto implica necesariamente iniciar procesos transformadores, cosas que los grupos de pop han dejado ya de anhelar, porque la gran mayoría han olvidado que hay un correlato real, mas allá del éxito, que entendido fuera de ese contexto, solo es un escaparate virtual de la banalidad postmoderna.
Alborotador Gomasio crecieron en esa resistencia frente al malestar, porque desde el comienzo fueron conscientes de que era necesaria la creación de vínculos y lazos afectivos, infraestructuras, implicación y autoorganización. De que las canciones son artefactos peligrosos o inofensivos dependiendo de lo que se haga con ellas, y que esa capacidad de ruptura solo es posible creando desde la autogestión: los fanzines, los programas de radio, el amateurismo. Gracias a esa actividad las canciones pueden tener un correlato real incendiario, y esto implica necesariamente iniciar procesos transformadores, cosas que los grupos de pop han dejado ya de anhelar, porque la gran mayoría han olvidado que hay un correlato real, mas allá del éxito, que entendido fuera de ese contexto, solo es un escaparate virtual de la banalidad postmoderna.